Deporte, ¿por qué nos engancha?
Ni alcohol, ni tabaco, ni sexo, ni comida, ni ninguna de las drogas que os podáis imaginar. El deporte engancha tanto o más que cualquiera de estas cosas.
Parece mentira que algo que puede convertirse en un infierno para algunas personas, constituya para otras uno de los mayores placeres que encuentran en la vida. Porque sí, mientras algunos no quieren moverse del sofá, otros no ven el momento para ir a correr, descender un barranco o lanzarse en paracaídas. Lo podemos decir muy alto: el deporte engancha.
Quizá empezaste porque alguien insistió, porque querías perder unos quilitos o porque decidiste que a cierta edad es mejor empezar a cuidarse. Pero resulta que ahora no puedes parar, no puedes pasar sin tu movimiento diario o semanal; lo necesitas. ¿Te suena esta situación?
Y todo esto, que por momentos parece ciencia ficción, tiene una explicación muy sencilla: el cerebro. Cuando nuestro cuerpo se pone en marcha, se producen endorfinas que nos llevan a experimentar una sensación de bienestar al nivel de cualquier otro vicio o adicción. Si además el deporte que practicamos es de riesgo, sumamos al cocktail el brutal efecto de la adrenalina. Explosivo, ¿no?
Este bienestar, euforia y felicidad resultante de la actividad física genera adicción. Y tan potente es el efecto que si algún día no recibes tu dosis -de deporte-, ¡puedes tener síndrome de abstinencia!
Pero no todo es tan sencillo e instantáneo. Diversos estudios demuestran que los efectos de esta droga tan saludable pueden tardar hasta 20 días en notarse. Aún así, no cabe ninguna duda de que merece la pena. Dicho esto, ¿a qué estás esperando? ¡Deja de leer y ponte a correr!
Parece mentira que algo que puede convertirse en un infierno para algunas personas, constituya para otras uno de los mayores placeres que encuentran en la vida. Porque sí, mientras algunos no quieren moverse del sofá, otros no ven el momento para ir a correr, descender un barranco o lanzarse en paracaídas. Lo podemos decir muy alto: el deporte engancha.
Quizá empezaste porque alguien insistió, porque querías perder unos quilitos o porque decidiste que a cierta edad es mejor empezar a cuidarse. Pero resulta que ahora no puedes parar, no puedes pasar sin tu movimiento diario o semanal; lo necesitas. ¿Te suena esta situación?
Y todo esto, que por momentos parece ciencia ficción, tiene una explicación muy sencilla: el cerebro. Cuando nuestro cuerpo se pone en marcha, se producen endorfinas que nos llevan a experimentar una sensación de bienestar al nivel de cualquier otro vicio o adicción. Si además el deporte que practicamos es de riesgo, sumamos al cocktail el brutal efecto de la adrenalina. Explosivo, ¿no?
Este bienestar, euforia y felicidad resultante de la actividad física genera adicción. Y tan potente es el efecto que si algún día no recibes tu dosis -de deporte-, ¡puedes tener síndrome de abstinencia!
Pero no todo es tan sencillo e instantáneo. Diversos estudios demuestran que los efectos de esta droga tan saludable pueden tardar hasta 20 días en notarse. Aún así, no cabe ninguna duda de que merece la pena. Dicho esto, ¿a qué estás esperando? ¡Deja de leer y ponte a correr!
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